lunes, 9 de marzo de 2009

Brunch y Drags

Washington se ve muy seria, restaurantes de diseño, música lounge, museos gratis… pero de repente en la mitad de Adams Morgan, una calle poblada de pequeños bares, tiendas de objetos raros y lugares que ofrecen desde la típica enchilada mexicana hasta la colorida comida vietnamita, se oye una canción de Paulina Rubio a todo timbal, sorprendente a las 11 de la mañana de un domingo. La puerta se abre y subo por unas empinadas escaleras que terminan en un espejo en el que me reflejo completamente, mientras espero me encuentro con un grupo que también busca una mesa, el volumen de la música impide conversar con los demás pero tengo claro que no he llegado a un bar latino sino a Perry’s, un restaurante atendido por Drag Queens.

Lo sorprendente de este lugar no son sus dulces tostadas francesas o la suave salsa bechamel del croque monsieur, lo realmente fascinante del sitio es la mezcla de dos mundos totalmente antagónicos que permite sospechar por algunos instantes que hemos saltado a la dimensión desconocida. Una Drag morena con un vestido verde profundamente escotado y con aberturas en ambas piernas, se contonea graciosa en medio de niños que corretean, ancianas que remojan pan en su café con leche y padres de familia que fingen no verla. En escena aparecerán otras Drags cada vez más maquilladas, más escotadas y más altas, la teatralidad se impone y el desayuno del domingo termina siendo una experiencia inolvidable de color, música y sorpresa. Conjunción de dos mundos que vencen los límites e invitan a la convivencia y a la tolerancia, y me pongo a pensar: que cara pondrian en este sitio algunos bogotanos que se debaten entre el snobismo y el miedo a explorar mundos diferentes? Propongo asomarse a lo clandestino, que tambien es colorido y divertido, y asi encontrar lugares imaginativos en nuestra Bogota lluviosa.

que bacana la ciudad de la baticueva!!

Ya entiendo a Batman, de verdad, entiendo porque a Batman le mata estar metido entre esos edificios art decó, en esa ciudad oscura donde los rascacielos son tan imponentes que da mareo mirarlos desde abajo. Bueno, para los que no lo saben, Chicago ha sido la ciudad que ha inspirado – y en su momento representado - a Ciudad Gótica.

Chicago tiene una atmósfera extraña empezando por The Loop que toma ese nombre del sistema del metro, una cinta de moebius que recorre el centro de Chicago. Metro que niega su esencia por que es elevado y pasa en frente de las ventanas de los edificios con su trepidar cansado, siempre circular. Intuyo que en esos apartamentos duerme la siesta alguno de los protagonistas de Seven.

Chicago es una ciudad que estuvo de malas, un incendio la arrasó en 1871 y una inundación vino mucho después. Los arquitectos más famosos del mundo se encargaron de dejar sobre la ciudad devastada magníficas e impactantes construcciones. El edificio de la IBM diseñado por Van der Rohe que tiene cuerdas en invierno para que la gente se agarre antes de caer en el Chicago River, el edificio postmodernista en 333 Wacker Drive con una forma completamente curva, el Drake Hotel con todo su diseño italiano y el fantasma de Al Capone y sus grandes fiestas, las Twin Towers de Marina City que se erigen como homenaje a la economía agrícola del Midwest creando así unos gigantescos edificios en forma de maíz. Así es, aquí lo menos importante es el tamaño de la Sears Tower, que a todas estas tiene 110 pisos.

La ciudad tiene glamour y lujo todo contenido en The Magnificent Mile con su Tiffany´s y su Armani y con las hortensias florecidas en inmensas macetas en la mitad de la calle. Claro, cuando fui a Chicago entendí porque Batman quiere vivir ahí, en esa ciudad Gótica impactante y atrayente, como el fuego.

Donde le pinto la raya?

De verdad es para no creerlo, una raya roja, llamada el Liberty Trail, pintada el en piso de una ciudad que parece inglesa. La raya dibuja el camino de los lugares importantes de la independencia americana pasando por todos los sitios históricos de Boston. Al seguirla uno se siente como protagonista de la Isla del Tesoro, nunca se sabe en que lugar vamos a terminar.

Así encontramos una pequeña casa de piedra con una gran ventana desde donde Paul Rivere, durante la guerra de independencia, se encargo de dar la voz de alarma de la llegada de los ingleses; el primer cementerio de USA, que parece la locación de una película de Tim Burtton con sus lápidas de piedra rustica, torcidas y oscuras por el tiempo; el estrecho barrio italiano que se debate entre sus restaurantes fancy y sus misceláneas al mejor estilo siciliano en donde un puede encontrar desde el afiche de la selección de fútbol italiana hasta unos canolis de ensueño.

Pero Boston también es intelectualidad, el Museo de Fine Arts, uno de los más completos de Estados Unidos, con una la colección increíble de arte occidental, egipcio, chino, mongol y hasta con un templo budista para meditar. Exposiciones itinerantes como la de la pintura melancólica y solitaria de Hopper y el restaurante de cocina fusión en el primer piso de un edificio circular hacen que uno no quiera irse de ese museo nunca.

Todo aquí es antiguo, pequeño, acogedor y hasta me atrevería decir que europeo. Aún así, también se siente muy americano, las tazas de té y las porciones de la torta de chocolate fueron gigantescas…