jueves, 7 de mayo de 2009

El arte de no hacer nada

Creo que el vivir en el ala occidental del mundo hace que tenga que justificar mi tiempo muerto, me explico: en nuestra sociedad el que no trabaja o es: (i) un vago, (ii) un mantenido, (iii) un millonario vago, o (iv) un desempleado, es decir alguien que no tiene los recursos (emocionales-familiares) para ser un mantenido y tampoco tiene la disponibilidad (moral-financiera) para ser un vago.
El hecho es que como occidental, tengo que estar ocupada y produciendo. Mi existencia debe definirse por aquello que hago, por eso lo primero que preguntan en todo evento social es “y tu que haces?” uno no puede decir que nada, porque lo miran peor que si uno hubiera dicho que es ama de casa, que a todas estas, después de limpiar mi casa me doy cuenta que es uno de los trabajos mas agotadores y demandantes que existe, y eso que no tengo que cocinar, cuidar los niños y ser princesa con las visitas. Pero ese tema es para otro momento más casero.
Me aburre un poco la mentalidad de éxito y competencia a la que nuestra sociedad nos acostumbra, claro, llegar a relajarse con los paradigmas es complicado y la definición de uno mismo puede caer en huecos tan profundos como Camus o tan livianos como Paulo Coelho (que hasta poeta es!). Entonces pasar la tarde leyendo sobre los Zares de Rusia, haciendo collage, estudiando la conjugación del verbo avoir en francés y horneando una torta de naranja (rompiendo con el paradigma de que la mujer independiente no cocina) me divierte más, obviamente me tiene que divertir para que el complejo de culpa no brinque y no me sienta una inútil occidental que esta desperdiciando tiempo valiosísimo (todavía no se para hacer que pero bueno) porque vivimos en un presente prestado, siempre pensando en la oportunidad perdida.
Creo que si me tocara optar sería un personaje de Murakami para los que el empleo del tiempo y el trabajo no es un condicionante y definidor de la existencia, de hecho en “The Wind-up Bird Chronicle” el protagonista se pasa la mitad de la novela recorriendo la ciudad y la otra metido en un pozo, y cero stress. Eso si me parece importante que el cerebro no se nos duerma, porque ahí si, el corazón se paraliza por el tedio.
Despues de esta digresión toca volver a trabajar, no soy personaje de Murakami y tampoco soy millonaria mantenida, solo estoy atrapada en el limbo occidental de ser y no ser al mismo tiempo (rompiendo con el principio de metafísica aristotélica pero bueno, ya que estamos..) trabajar sin formalidad y tratando de evadir la culpa por la felicidad de otro día vivido tranquilamente, sin cambiar al mundo, sin descubrimentos magníficos.

2 comentarios:

  1. Lo terrible de esta cultura de competencia viene con ese sentido de fracaso asociado al subempleo (trabajar menos de lo que uno podría).

    Sin embargo, la fuente de conocimiento de los nuevos tiempos (i.e., wikipedia) tiene buenas noticias para ti: "Si el trabajador, sin embargo, por cualquier motivo, desea permanecer en esta situación, no puede hablarse técnicamente de subempleo, pues es sólo una persona ocupada que tiene una función de utilidad ocio/trabajo diferente al promedio existente en la economía."

    Así pues, que usted tiene un combo ocio/trabajador más cargado al primero que el segundo. No te preocupes, los ATH compensamos la media ;)

    Quizás sea hora de encontrale otro uso más casero y cuidadero a su ocio, ¿no? :)

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  2. en eso estoy de acuerdo, ahora me dedico a cocinar tortas y arroz al curry, sin dejar de lado el collage y la busqueda de empleo.

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